Por diez centavos lo compré en la esquina
y vendiómelo un ángel desgarbado;
cuando a sacarle punta lo ponía
lo vi como un cañón pequeño y fuerte.
Saltó la mina que estallaba ideas
y otra vez despuntólo el ángel triste.
Salí con él y un rostro de alto bronce
lo arrió de mi memoria. Distraída
lo eché en el bolso entre pañuelos, cartas,
resecas flores, tubos colorantes,
billetes, papeletas y turrones.
Iba hacia no sé dónde y con violencia
me alzó cualquier vehículo, y golpeando
iba mi bolso con su bomba adentro.
Sí, yo amo este lápiz
su dura consistencia
inaccesible al más amoroso tacto
su corazón reconcentrado
cuyo latido infinito traspasa las eras
como el aliento de los muertos
ese trazo interminable
que por acompañarnos siempre nunca oimos.
Yo amo el latir de ese lápiz
cuando lo sostengo
impasible
frente a ti en mi mano
y amo su sangre pausada
imperturbable, espesa
su negra sangre de piedra remansada en sus venas.
Amo esa lápiz y su abrupta caricia
su pìel unámime
su desolado reino
pues yo, como tú, intruso,extranjero
en este planeta de piedras
de piedra
intento ganarme su estima
porque el hombre muere
y sólo en la piedra
amor mío
en el lento corazón de la piedra
permanece la huella del labio.
Gracias tropa! estoy por entrar a clases, Anónima quizá responda tu pregunta MH...y vos, Mar, tan joven y ¿conociste a Alfonsina? digo porque reconociste su bolso...
;-)
Abrazos!
Herr:soy de la época de escribir con lápiz, y aún sigo haciéndolo. Claro que en los blogs no podemos hacerlo, y los blogs y la nete se "cae" cada tanto, pero también el papel se quema, se daña con la humedad,se pierde, nada es eterno.
Los trocitos de minas estalladas son las ideas, hay que tener mucho cuidado de ver dónde las tiramos...