Vestido de novia
Foto en flickr de calacarbon
Fue a su boda cargada de ilusiones y arrebatada de pasiones, vestida de blanco para dismular su turbación. Como todas, vamos. Como para casi todas, los años al pasar, como quien no quiere la cosa, se fueron llevando las ilusiones y las pasiones. Las paredes blancas de la casa fueron entristeciéndose, recubiertas de polvo y manchadas de churretes por donde gotea el agua. Cuando las flores del alfeizar de la ventana se marchitaron y murieron nadie repuso los tiestos. Las contraventanas antes siempre abiertas para dejar entrar el sol y salir la alegría quedaron cerradas incluso de día.
Y entonces, un buen día, hizo algo que ninguna nunca jamás había hecho antes: después de firmar los papeles del divorcio, sacó su vestido de boda del armario donde estaba cuidadosamente guardado en una funda con naftalina, lo rasgó un poco de cualquier manera y lo enrolló en el mecanismo del toldo. Luego se vistió de raso negro, se puso guantes para podérselos quitar a lo Gilda, y se marchó, resplandeciente, al baile de carnaval del Casino.
PD: Es que no es fácil resistirse y no imaginarse cosas con tanto título y tanta ventana provocando :-)
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