- "Old Age is Not for Sissies"
-Mi primer deseo, el que recuerdo como primero, tiene hasta la fecha: 22 de noviembre de 1963. A la hora de la cena, los adultos hablan en voz baja,mientras la radio emite un comunicado tras otro sobre el asesinato de JFK. Algunas palabras las asocio con otras: Estados Unidos, Presidente, limusina, rosado, ...
- "¿Es por ahí donde queda Disneylandia?" pregunto.
- "No interrumpas, vos no entendés, esto traerá grandes problemas, van a caer muchos...".
Me voy a dormir pensando en el sueño de todas las chicas de mi generación: visitar Disneylandia. Disneylandia era la promesa para todas las niñas buenas que casi nunca se cumplía, pues nunca éramos demasiado buenas, y no había paquetes turísticos como hoy día.
Así, a partir de esa noche fui Wendy, con mi varita mágica, y durante muchas noches, mientras los adultos repasaban las páginas de los periódicos u oían las mismas noticias por la radio, yo era Wendy, el hada que con su varita mágica tocaba la limousine rosada, donde una elegante señora me agradecía que con un leve toque reviviera al señor presidente, mientras yo me alejaba volando con mi estela de estrellitas multicolores.
Hoy ya no quiero ser Wendy. Fue bueno desearlo, porque ahí empecé a creer en que el mundo podía ser mejorado.
- Mi segundo deseo fue "mejorar el mundo".
Me esforcé en aprender, en ser fuerte para poder seguir aprendiendo, en olvidarme de mí para dedicarme al mundo... Un día caí en la cuenta que "el mundo" era todo y era nada,y mis esfuerzos caían al vacío y se deshacían en molestos jirones.
Hoy ya no quiero cambiar el mundo. Dejé en paz mi intelectualidad y sólo cambio lo que puedo, si es que hay que cambiar algo...tal vez, mi visión del mundo. O tal vez no.
-Mi tercer deseo fue "tener muchos amigos".
El tiempo me era poco para reuniones, visitas, en cualquier lugar había un momento y un motivo para rodearme de gente con la que me hacía la ilusión que éramos amigos. Y sucedió que era mucha gente ...desconocida, pues a casi ninguna podía prestar la atención que merece un amigo.
La vida me fue alejando de algunos, otros dejaron esta vida, y me han quedado un puñado de amigos. Algunos los que puedo abrazar una tarde cualquiera en un lugar cualquiera, en casi cualquier circunstancia, y otros a los que no puedo abrazar...todavía.
- Mi cuarto deseo, nacido de un repentino miedo a no tener amigos, fue "No tener enemigos". Eso me haría sentir segura, protegida, en una invisible e inaccesible torre donde los insultos, agresiones, contradicciones de los demás rebotaran...como también las verdades.
Me volví fatua en mi falsa torre, sorda y ciega a las verdades de los otros, y al poco tiempo, sola y asustada.
Como sucede si la fortuna o el destino nos sonríen, la realidad pronto me sacó de mi torre, y descubrí al menos dos o tres enemigos, a los que trato con consideración, pues con ellos tengo oportunidad de cuestionar mis verdades.
- Mi quinto deseo fue "aliviar las penas de los que amo". De verdad fue grandioso darme cuenta de que he sido una privilegiada y que muchas personas que me rodean sufren y son infelices.
Me esforcé en ayudarlos, pero cometí un error: no les consulté si querían mi ayuda. Lo que hizo que muchos se apartaran de mí.
Hoy sé que mi alivio consiste en estar ahí,y nada de lo que haga aliviará las penas. Que puedo "estar ahí" aunque no lo esté: los que amo saben que pueden contar conmigo, y eso es mucho.
- Mi sexto deseo fue ser justa. El agobio de querer estar siempre en lo correcto me tornó intolerante, hasta que un día el cansancio me superó y dejé que otro sea injusto.
Y pasó algo muy importante: me reconocí humana, con todo lo que ello implica, debilidades y defectos, cualidades y tantas cosas más...
Ahora sé que lo que deseo con todas mis fuerzas es ser tolerante. Deseo vivir sin esperar ni desesperar, sin prisas, porque mucho lo que he intentado organizar, ha fallado y me ha decepcionado.
-- Mi séptimo deseo es dejar que la pequeña llama que llevo dentro se vuelva fuego abrasador que arrase todos mis rencores, odios y mezquindades, que su calor sea suficiente para dar un brote nuevo al viejo tronco.
Cuando tenga un día triste, pueda contemplar el brote y revivir lo vivido, con la certeza de que debajo de esta corteza dura y áspera, espera el momento de salir un tierno brote, tierno pero fuerte, pues tiene raíces firmes.
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