Alrededor de las 17:00 de hoy (hora del este en Argentina...) concurrí a mi cita con el odontólogo, rutina que cumplo hace dos años.
Así fue que me enteré que tengo dos muelas de juicio que de puro perezosas han decidido salir ¡ahora! ¡a esta edad! y, como evidencia de su pereza, en la placa radiográfica que salieron...acostadas.
Nada bueno puede esperarse de estas malnacidas: pronto enredarán sus raíces con dos muelas decentes, normalitas y sanas, y no queda otra alternativa que extraerlas antes que el mal cunda, como lo hacen todos los males.
En estos días la ciudad cambia de color: el rosa lapacho deja asomar el lila de los jacarandá. Por lo cual decidí venir caminando para buscar algún jacarandá y dar lugar a otro tono, que el tiempo no espera.
Cuando al fin encontré un árbol, éste estaba demasiado alto y el viento corría agitando sus tiernos capullos, por lo que decidí sentarme en el suelo a tomar una foto a contraluz de una flor recién caída.
Lo que parecía fácil no lo era: mucha gente caminaba, corría, paseaba sus perros:y su sombra me cambiaba los parámetros de la cámara.
Me desparramé (y no en sentido figurado) con mi mochila, mi pequeño trípode y la cámara, esperando el instante en que nadie cortara los pocos rayos que se colaban por entre los edificios y así tomar la foto.
¡Ya casi, ya casi! todo estaba para el "click" definitivo...cuando una sombra se interpone entre el sol y la flor.
Aguardo unos instantes...pasan un instante, dos, tres, y sigue ahí la sombra.
Pero ya no estática, sino moviéndose lentamente hacia mi costado, hasta que oigo una voz algo cascada que me dice por lo bajo:
"- Señora, ¿se siente usted bien?".
levanto la cabeza y veo a un hombre de edad avanzada, con bastón, lentes de aumento, gorra, y una bolsa algo deteriorada, de material indefinido y confección casera.
Antes de tener conciencia de que esa persona me veía como un cuerpo desparramado en el piso (pues así estaba, mi afán por tomar la foto y a la vez no ser pisada o ser motivo de tropiezos de alguien me hizo olvidar de mi propia imagen), volví a oír:
"- Señora, señora, ¿se siente usted bien?".
Entonces comprendí: la camarita había quedado oculta por mi bolsa y esa persona sintió el deber de socorrerme en caso de que hubiera sufrido un tropezón, desmayo o algo más grave.
Al ver la camarita, dio un suspiro y empezó a disculparse: "oh, es que no sabía que estaba tomando fotos...es que estas cámaras modernas..."
Dejando su bolsa en el embaldosado, me ofreció su mano libre, como si sus años no hicieran peligrar más su estabilidad que la mía...la acepté y con firmeza inesperada me sostuvo hasta que estuve del todo de pie.
Luego de lo cual repitió sus disculpas añadiendo un comentario sobre la compra de ese día y saludando con un leve toque de la mano en la visera de su gorra, alzó sus compras y siguió su camino.
De prisa cambié el modo de la cámara, no lo suficiente, pero alcancé a capturar la imagen de mi ignoto caballero siglo XXI, sin armadura.
O ¡más bien! con la armadura más fuerte y el poder más invencible: su don de gentes, su confianza en que yo no era un cebo para asaltar personas desprevenidas, su sentido del deber de ciudadano.
Y como toda historia con final feliz, (lo pueden ver en la foto), el sol le acompañó en su camino, camino recorrido por muchos que sólo me ocultaron la luz...
Luz que todavía me sigue iluminando, y que no me dejará dormir si no comparto esta pequeña lección de humanidad con ustedes.
Hace ya mucho tiempo, en una tierra lejana, vivía un caballero que pensaba que era bueno, generoso y amoroso. Hacía todo lo que suelen hacer los caballeros buenos, generosos y amorosos. Luchaba contra sus enemigos que eran malos, mezquinos y odiosos. Mataba dragones y rescataba damiselas en apuros. Cuando en el asunto de la caballería había crisis, tenía la mala costumbre de rescatar damiselas incluso cuando ellas no deseaban ser rescatadas y, debido a esto, aunque muchas damas le estaban agradecidas, otras tantas se mostraban sorprendidas por el caballero y no atinaban a decir nada. El lo aceptaba con filosofía. Después de todo, no se puede contentar a todo el mundo
Así comienza el libro El caballero de la armadura oxidada y si bien la moraleja de la historia es algo distinta a lo que expresa Nfer, como dice en su contraportada: constituye una obra de fantasía que simboliza nuestro tránsito por la vida. Nos sentimos reflejados en el viaje del caballero, plagado de esperanzas y desesperanzas, de ilusiones y desilusiones, de risas y lágrimas. El libro nos enseña, de una forma muy amena, que debemos liberarnos de las barreras que nos impiden conocernos y amarnos a nosotros mismos, para ser capaces de dar y recibir amor.
¿No había a tiro nadie más "aparente" para la foto?
No soy muy exigente, sólo pido un equipo femenino de volley todas sudadas...
Las guaguas también son amarillas, qué bien, pero qué horrible color.
Que bello, texto, Nfer!
Todos los días me sigue asombrando que las pequeñas gentilezas, los gestos más ínfimos de amabilidad sean tan poderosos. Al menos para mí, son capaces de cambiar un día gris en uno a color...azul jacarandá o el que sea.
Y hablando de "jacarandases", hace ya ¡dos años! con Clau nos extasiamos con un noviembre teñido de azules en La Plata (una ciudad que tiene en cada época del año un color, según los árboles que brotan o florecen). Y por allí anduvimos tomando fotos de azules y violetas increíbles...
Mientras la amiga Nfer está ocupada en sus cosas de la vida real(TM), vengo por aquí, dando un paseo entre azules jacarandás, para saludar a la amiga Nat.
Bonitas fotos, Nat, aunque ya las vi en su momento....
Senior citizen : suele pasar, sólo entendemos lo que sufren los demás cuando lo hemos sufrido nosotros.
Me pregunto ¿sucederá igual con la felicidad?
Anónima :pues sí, hubo unas fotos buenas, quizá haya mucho mejores en Flickr...pero ninguna foto me dirigió la palabra, y dudo que lo hagan.
Sofocador :sé de otra historia, creería diametralmente opuesta...veremos si cabe aquí.
Assar :Error File Not Found :)
Nat :el día era luminoso. Pero la luz no les llega a todos...es cuestión del cristal que cada uno elige colocar ante los ojos.
En este caso, fue una sombra negra la que me hizo ver la grandeza de un gesto tan simple...
En cuanto a las fotos, vi una tiempo atrás, estas me han demorado mucho, pero las he disfrutado lentamente, una por una. Ventajas de tener conexión lenta ;-)
Senior citizen :he vuelto un ratito de la vida real para estar con vosotros.
Todavía no hay jacarandás tan floridos como quisiera, pero es que la naturaleza tiene sus tiempos...
nat :
de niña aprendí esta canción de un poeta entrerriano, cuando Paraná era pequeña y toda ella arbolada de jacarandás
(Gracias, sofocador)
CANCION PARANAENSE (Paraná en noviembre)
Carlos Alberto Alvarez
Al suelo se viene el cielo
lila del jarandá
al suelo donde va el paso
solitario del soñar.-
Con el andar distraído
pisando las flores va
un amante de la rama
en flor del Jacaranda-
De flor lila se ha vestido
la gracia de Paraná,
y una muchacha acostada
se me antoja la ciudad
Una muchacha dormida
-lila en la flor de la edad-
toda graciosa y curvada,
durmiendo a todo soñar
No la despiertes, noviembre,
aunque enamorado estás;
déjale en flor ese sueño,
no vayas a recordar
el lila en que se ha dormido
junto al río, la ciudad.
Con los años un cantante popular puso de moda aquéllo de
"...al este y al oeste, llueve y lloverá
una flor y otra flor celeste, del jacarandá".
Ahora que donde miro empiezo a ver, el jacarandá, como el seibo, tiene distintos tonos. Los ceibos son más o menos rojos y algunos empalidecen apenas florecen, mientras otros mantienen su rojo intenso todo el tiempo.
Al igual que los lapachos: les hay de un rosa fuerte al rosa pálido...
Y con los jacarandás. Sin PS, ando buscando algún lugar donde, como aquí cerca tengo, haya al menos tres con tres variantes en su color.
Que les hay celestes, azules y violetas, aunque para nosotros siga siendo lila....
Cuando ví este post me pasé por el flickr y busqué las fotos de jacarandá de mis contactos y allá estaban también esas fotos. Luego pasé por Bloxito a recordar las Ventanas espaciales
Hubiera dejado un comenario nostálgico allí, pero quizá llegue mejor a su destino si te lo cuento a tí aquí :-)
Nfer:
Ángela se ha aprendido de memoria esa canción del este y el oeste. Me encanta oírsela cantar (es amor de madre, pero es cierto). Irene y Sofía en cambio están en campaña para que se aprenda otra ¡YA! :D
Sofocador:
Leí ese libro y aún no sé si me gustó por su optimismo o si me disgustó por ser un libro escrito alrededor de un mensaje más que un mensaje que se desprenda de un libro... o algo así.
Senior citizen:
Si, ¡hombre tenía que ser el Assar-voleeyballfan! :D