Es cierto que se agradece recibir mensajes y correos de personas con las que mantenemos una amistad más o menos distante. Es una manera de mantener el contacto.
Pero no puedo dejar de preguntarme ¿soy la única a la que no le gusta recibir SMS como el de la foto de personas relativamentre cercanas? Son mensajes no personalizados que se pueden enviar de golpe a toda la agenda de contactos del móvil. También me pasa con los correos electrónicos colectivos. Y no digamos cuando ni siquiera se molestan en ocultar el correo de todas las otras personas que también están recibiendo el mismo correo. En algún caso me he llegado a preguntar si realmente la persona que me envía la felicitación navideña me la quería enviar o es simplemente que resulté incluida de manera automática en el envío.
O quizá sea que este año mi espíritu navideño no es el que era o que me da envidia que en mi viejo (¿será ya antiguo?) móvil heredado sin manual de instrucciones no haya sido capaz de descubrir como hacer para enviar el mismo SMS a más de un contacto a la vez.
Si me traen los Reyes el móvil nuevo igual el año que viene soy la primera en enviar felicitaciones masivas. ¡Ea!
Y ya que estamos aprovecho para seguir contradiciéndome y desear a todos los lectores, así despersonalizadamente, un feliz y próspero año 2009 (hay que repetirlo mucho para ir convenciendo al año de portarse bien en contra de los pronósticos).
Confieso, a veces he enviado un saludo por correo con CCO. O un enlace que me pareció interesante. Y este año la tarjeta en papel la reemplacé por una foto de Flickr enviada a toda la lista. (bueno...al menos la foto la tomé yo y la lista la revisé pues no tengo lista predeterminada).
Pero sí recibí y recibo sms como el de la foto y mensajes en el contestador ¡con el mismo saludo del año pasado!. Aprecio muchísimo a la persona que me lo envía y alguien se habrá encargado de decirle que cambie el mensaje (o lo haré yo).
Habiendo hecho el "mea culpa", digo que también me pregunto lo mismo que vos: ¿estoy en una lista y me llega en forma automática y me tengo que sentir feliz porque "me han recordado como a todos los demás, tengo muchos amigos, qué bueno", o fue un click más del teclado y debo ser igual de cortés devolviendo el saludo fotoc...digo digitalizado?
Si, antes también enviábamos saludos en serie... O en serio.
Comprábamos, o hacíamos, tarjetas según la ocasión, nos sentábamos con las tarjetas, los sobres, bolígrafo y a escribir el sobre sin olvidar ninguno de la lista que previamente habíamos confeccionado. La tarjeta quizá sólo llevaba una frase, igual para todas, con una firma o despedida, pero ¡había que hacerlas! Todas tenían un detalle personalizado.
Aún las que enviaban las Empresas tenían la firma del Gerente manuscrita...cosa que no sucede ya, viene impresa.
Quizá tengamos que cambiar nuestra escala de valores.
En lugar de agradecer que alguien haya elegido, escrito, firmado, ensobrado, estampillado y echado al buzón un sobre, debamos agradecer estar en una "lista de contactos".
Son las prisas. Y la crisis, hay que entender.
Que tengas suerte y los Reyes te traigan el nuevo móbil. (Aviso: sms a Argentina no podrás enviar ;-)).
En cuanto al Año Nuevo, creo que los tenemos mal acostumbrados. ¿A qué desconocido recibimos el primer día con grandes agasajos, comilonas, ritos (comer las uvas), brindis y fuegos de artificio?
Así cualquier desconocido toma confianza desde el vamos y nos ningunea como quiere...
¡Oye, Año Nuevo! ¡Deja de disimular detrás de la imagen de un inocente niño, que te daremos una paliza como para que te dure los 364 días restantes!
¡Ni siquiera te garantizamos que estemos presentes el último día para ver qué tal te portaste, así que empieza a portarte bien ya!
Sois unas desagradecidas. La Nochebuena tuve el móvil encendido hasta que me acosté... y no sonó para nada. Su silencio y su presencia encima de la mesa, hicieron más patente mi soledad.
No hay que añadir que hubiera dado algo por un SMS aunque fuera despersonalizado.
Nfer: Yo tampoco he recibido saludos por el móvil, ¡porque no uso móvil! y he sobrevivido hasta aquí sin portar uno. (Mis pocos amigos están desorientados y algunos hasta creen haberme enviado mensajes pues me suponen en su lista de contactos)
Pero sí he recibido saludos despersonalizados en mi e-correo y no me molestaron, el mundo ahora es así.
Senior citizen: Tu móvil no sonó porque su chip no es capaz de detectar las señales del afecto que muchos enviamos con nuestra mente,(seguro ya inventarán uno así) pero sabes que sí pensé en ti esa noche.
Ahora si, un poco antes del tiempo astronómico, les deseo a todas/os un felíz nuevo año.
El 31 de diciembre, estaremos pasando del año internacional de la papa al año internacional de la Astronomía. Saldremos de debajo de la tierra y nos pasearemos entre las estrellas, y como para los chinos es un año buey, esperemos que nos de la fuerza para hacer nuestros sueños realidad.
Anónima: ¿Te sientes rara? Te dejo esto, que salvando las distancias (es la letra de un tango y el tango es triste) viene al caso para cuando dejamos algo atrás
Senior citizen: mi móbil se niega a adivinar tu número...lo siento...
Sofocador:
a) el mundo...o la porción del mundo que tiene acceso a estos "medios" de comunicación. El resto está más preocupado por comer en este día que por mandar sms.
b) al decir que "Tu móvil no sonó porque su chip no es capaz de detectar las señales del afecto que muchos enviamos con nuestra mente,(seguro ya inventarán uno así)" pero sabes que sí pensé en ti esa noche" nos recuerda que ese chip ya está inventado, lo tenemos inserto "de fábrica" aunque todavía nadie sepa cómo quitarlo (intentos no faltaron ni faltarán):
Bueno, estas cosas de los mensajes navideños "simpáticos" o simplemente reenviados a toda la lista de contactos son inevitables. A veces lo que se agradece es "el detalle de acordarse", aunque lo elegante es personalizarlo claro.
Tonta fui yo la Nochebuena al esperar mensajes del mundo real que no llegaron, cuando debía saber que es en los "espacios virtuales" en donde están las personas que piensan en mí.
Senior citizen:entre los habitués de este blog está Assar (Assar-lo-que-sea que suele comentar en su particular modo.
Siento que ya es el momento que os conozcáis.
Senior citizen, le presento a Assarhaddón;
Assarhaddón, te presento a Senior citizen.
El texto que copio a continuación es de Hernán Casciari, pero me llegó por correo...espero no estar violando ningún derecho de autor.
Por las dudas dejo el enlace
http://orsai.es/aut.php
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El móvil de Hansel y Gretel
por Hernán Casciari
Anoche le contaba a Nina un cuento infantil muy famoso, el Hansel y Gretel de los hermanos Grimm.
En el momento más tenebroso de la aventura los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer.
Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: "No importa. Que lo llamen al papá por el móvil".
Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Y al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura -toda ella, en general- si el teléfono móvil hubiera existido siempre, como cree mi hija de cuatro años.
Cuántos clásicos habrían perdido su nudo dramático, cuántas tramas hubieran muerto antes de nacer, y sobre todo qué fácil se habrían solucionado los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción.
Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica, en cualquiera que se le ocurra.
Desde la Odisea hasta Pinocho, pasando por El viejo y el mar, Macbeth, El hombre de la esquina rosada o La familia de Pascual Duarte.
No importa si el argumento es elevado o popular, no importa la época ni la geografía.
Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica que conozca al dedillo, con introducción, con nudo y con desenlace.
¿Ya está?
Muy bien. Ahora ponga un teléfono móvil en el bolsillo del protagonista.
No un viejo aparato negro empotrado en una pared, sino un teléfono como los que existen hoy: con cobertura, con conexión a correo electrónico y chat, con saldo para enviar mensajes de texto y con la posibilidad de realizar llamadas internacionales cuatribanda.
¿Qué pasa con la historia elegida? ¿Funciona la trama como una seda, ahora que los personajes pueden llamarse desde cualquier sitio, ahora que tienen la opción de chatear, generar videoconferencias y enviarse mensajes de texto? ¿Verdad que no funciona un carajo?
Nina, sin darse cuenta, me abrió anoche la puerta a una teoría espeluznante: la telefonía inalámbrica va a hacer añicos las nuevas historias que narremos, las convertirá en anécdotas tecnológicas de calidad menor.
Con un teléfono en las manos, por ejemplo, Penélope ya no espera con incertidumbre a que el guerrero Ulises regrese del combate.
Con un móvil en la canasta, Caperucita alerta a la abuela a tiempo y la llegada del leñador no es necesaria.
Con telefonito, el Coronel sí tiene quién le escriba algún mensaje, aunque fuese spam.
Y Tom Sawyer no se pierde en el Mississippi, gracias al servicio de localización de personas de Telefónica.
Y el chanchito de la casa de madera le avisa a su hermano que el lobo está yendo para allí.
Y Gepetto recibe una alerta de la escuela, avisando que Pinocho no llegó por la mañana.
Un enorme porcentaje de las historias escritas (o cantadas, o representadas) en los veinte siglos que anteceden al actual, han tenido como principal fuente de conflicto la distancia, el desencuentro y la incomunicació n. Han podido existir gracias a la ausencia de telefonía móvil.
Ninguna historia de amor, por ejemplo, habría sido trágica o complicada, si los amantes esquivos hubieran tenido un teléfono en el bolsillo de la camisa. La historia romántica por excelencia (Romeo y Julieta, de Shakespeare) basa toda su tensión dramática final en una incomunicación fortuita: la amante finge un suicidio, el enamorado la cree muerta y se mata, y entonces ella, al despertar, se suicida de verdad. (Perdón por el espoiler.)
Si Julieta hubiese tenido teléfono móvil, le habría escrito un mensajito de texto a Romeo en el capítulo seis:
M HGO LA MUERTA, PERO NO STOY MUERTA.
NO T PRCUPES NI HGAS IDIOTCES. BSO.
Y todo el grandísimo problemón dramático de los capítulos siguientes se habría evaporado. Las últimas cuarenta páginas de la obra no tendrían gollete, no se hubieran escrito nunca, si en la Verona del siglo catorce hubiera existido la promoción "Banda ancha móvil" de Movistar.
Muchas obras importantes, además, habrían tenido que cambiar su nombre por otros más adecuados. La tecnología, por ejemplo, habría desterrado por completo la soledad en Aracataca y entonces la novela de García Márquez se llamaría "Cien años sin conexión": narraría las aventuras de una familia en donde todos tienen el mismo nick (buendia23, a.buendia, aureliano_goodmorni g) pero a nadie le funciona el messenger.
La famosa novela de James M. Cain "El cartero llama dos veces"- escrita en 1934 y llevada más tarde al cine, se llamaría "El gmail me duplica los correos entrantes" y versaría sobre un marido cornudo que descubre (leyendo el historial de chat de su esposa) el romance de la joven adúltera con un forastero de malvivir.
Samuel Beckett habría tenido que cambiar el nombre de su famosa tragicomedia en dos actos por un título más acorde a los avances técnicos. Por ejemplo, "Godot tiene el teléfono apagado o está fuera del área de cobertura", la historia de dos hombres que esperan, en un páramo, la llegada de un tercero que no aparece nunca o que se quedó sin saldo.
En la obra "El jotapegé de Dorian Grey", Oscar Wilde contaría la historia de un joven que se mantiene siempre lozano y sin arrugas, en virtud a un pacto con Adobe Photoshop, mientras que en la carpeta Images de su teléfono una foto de su rostro se pixela sin remedio, paulatinamente, hasta perder definición.
La bruja del clásico "Blancanieves" no consultaría todas las noches al espejo sobre "quién es la mujer más bella del mundo", porque el coste por llamada del oráculo sería de 1,90 la conexión y 0,60 el minuto; se contentaría con preguntarlo una o dos veces al mes. Y al final se cansaría.
También nosotros nos cansaríamos, nos aburriríamos, con estas historias de solución automática. Todas las intrigas, los secretos y los destiempos de la literatura (los grandes obstáculos que siempre generaron las grandes tramas) fracasarían en la era de la telefonía móvil y del wifi.
Todo ese maravilloso cine romántico en el que, al final, el muchacho corre como loco por la ciudad, a contra reloj, porque su amada está a punto de tomar un avión, se soluciona hoy con un SMS de cuatro líneas.
Ya no hay ese apuro cursi, ese remordimiento, aquella explicación que nunca llega; no hay que detener a los aviones ni cruzar los mares. No hay que dejar bolitas de pan en el bosque para recordar el camino de regreso a casa.
La telefonía inalámbrica -vino a decirme anoche la Nina, sin querer- nos va a entorpecer las historias que contemos de ahora en adelante. Las hará más tristes, menos sosegadas, mucho más predecibles.
Y me pregunto, ¿no estará acaso ocurriendo lo mismo con la vida real, no estaremos privándonos de aventuras novelescas por culpa de la conexión permanente? ¿Alguno de nosotros, alguna vez, correrá desesperado al aeropuerto para decirle a la mujer que ama que no suba a ese avión, que la vida es aquí y ahora?
No. Le enviaremos un mensaje de texto lastimoso, un mensaje breve desde el sofá. Cuatro líneas con mayúsculas. Quizá le haremos una llamada perdida, y cruzaremos los dedos para que ella, la mujer amada, no tenga su telefonito en modo vibrador. ¿Para qué hacer el esfuerzo de vivir al borde de la aventura, si algo siempre nos va a interrumpir la incertidumbre?
Una llamada a tiempo, un mensaje binario, una alarma.
Nuestro cielo ya está infectado de señales y secretos: cuidado que el duque está yendo allí para matarte, ojo que la manzana está envenenada, no vuelvo esta noche a casa porque he bebido, si le das un beso a la muchacha se despierta y te ama.
Papá, ven a buscarnos que unos pájaros se han comido las migas de pan.
Nuestras tramas están perdiendo el brillo -las escritas, las vividas, incluso las imaginadas- porque nos hemos convertido en héroes perezosos.
Para pensar, ¿no?
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Aunque mucha literatura actual ya incluye la telefonía, otros textos de la clásica no se hubiera visto afectados:
Puedo escribir los mensajes más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tirita en silencio tu móvil, a lo lejos.»
Las ondas en la noche van por el cielo y cantan.
Puedo escribir los mensajes más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso
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Pero además, aquí y en casi todo blog, siempre somos los mismos comentando...si nos pasaramos los números de móvil entre nosotros, El Rodriguez se quedaría en blanco...o casi.
Imagina que luego de escribir un largo y buenísimo post como el tuyo Nfer, recibieras un SMS con la palabra ¡lanzallamas!
Pst!. Bueno el post del móvil, Nfer!. Pero no creo que cambie nada. Para que haya buenas historias sólo hacen falta buenos narradores. Feliz 2010, que el 2009 ya nace gafao!
Xac , viejo amigo, qué gusto de verte...pero el mérito es de Anónima, no mío. A lo sumo, algún comentario adhiriendo a lo que ella ha escrito (que bien escribe, todo hay que decirlo).
Ya que nos adelantas el año, volveré a enlazar un video de youtube.
Ya lo enlacé en otro lado, pero como me pierdo en mi propio blog...lo que abunda no daña.
El video es la versión oral de un ensayo de Arturo Jauretche, escritor argentino del cual poco y nada se encuentra en librerías por las razones de siempre: darse de patadas con el político de turno...
Aquí va la historia del viejo Cantaluppi, "el hombre que se adelantó a su tiempo"
:)