Eran tiempos en que sentías que cuando Los Secretos cantaban "El viernes sales a olvidar los otros días, el lunes sientes que todo ha sido mentira", te habían leido el pensamiento.


Tiempos en que la Vía Láctea no era una constelación si no un piso de arriba al que se accedía pasando por delante de una Marilyn Monroe cuyas caderas se transformaban en una botella de coca cola y el café del Foro tenía una Luna llena permanente brillando sobre su placita interior. Tiempos en que no podías evitar sonreir al ver carteles de rebajas en el Corte Inglés pensando en aquellas fotos de tamaño natural de mujeres pelándose por la prenda más barata en las paredes del Cutre Inglés, regentado por nuestros héroes estudiantiles de la huelga contra una ley de educación ¿la LOE?. Tiempos en que la búsqueda del tiempo perdido podía empezar en el Mundo de Guermantes escuchando canciones francesas (chanson fraçaise, en realidad) o tomando chocolate con churros y tertulia en el café Comercial, que no era un cibercafé.

Tiempos en que se podía considerar la posibilidad de ponerse pegatinas en el culo para bailar en algún local de moda, a ver si había suerte y alguien pensaba que estabas "divina" o salir a la calle para cantar a voz en cuello aquello de "vamos muy bien borrachos como cubas ¿y qué?" con el riesgo de encontrarte a alguien que te preguntase "¿que hace una chica como tu en un sitio como este?" o te soltará a bocajarro "salta hacia atrás o quítate la ropa mujer"




Luego podía una derivar hacia el San Mateo, con aquel coche con la pintada del Muelle que estaba muchas veces por allí, o entrar en el Vaiven a bailar como si la noche no fuese nunca a terminar.

Pero no era cierto, y a partir de las 3 los sitios iban cerrando inexorablemente y había que irse de peregrinación al Yasta de la calle Valverde a tomar las últimas copas mientras el cuerpo aguantaba pensando en que al día siguiente no te podrías quitar de la cabeza la musiquilla de "hoy no me puedo levantar" y habría que terminar cantando aquello de "mueve tus caderas cuando todo vaya mal" para intentar arreglar el día.


Todo ello yendo de un lado para otro, metidos todos en el 600 en el que más veces se ha cantado "Cadillac solitario" y nunca se cantó aquello del "simca 1000" por no herir susceptibilidades automovilísticas, que el 600 tenía su corazoncito.


Pero sobre todo eran aquellos tiempos de la Chica de Ayer, tiempos mágicos a ritmo de la música de Antonio Vega, el hermano mayor (o primo, ahora no recuerdo) que ya empezaba a cantar de una compañera del cole y a la que teníamos frita preguntándole por el grupo. Parece mentira como pasa el tiempo y que se pueda echar de menos a alguien que nunca conociste realmente salvo a través de su música.



Un día cualquiera no sabes qué hora es,
te acuestas a mi lado sin saber por qué.
Las calles mojadas te han visto crecer
y con tu corazón estás llorando otra vez.
Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer
jugando con las flores en mi jardín.
Demasiado tarde para comprender,
chica, vete a tu casa, no podemos jugar.

La luz de la mañana entra en la habitación,
tus cabellos dorados parecen el sol.
Luego por la noche al Penta a escuchar
canciones que consiguen que te pueda amar.

Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer.
Demasiado tarde para comprender.
Mi cabeza da vueltas persiguiéndote.
Mi cabeza da vueltas…