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> Estarás en paro sin poder ganarte el pan (la tercera maldición) <

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"Ganarás el pan con el sudor de tu frente" es una maldición divina que afecta a una parte importante de la población activa española. La otra parte sufre la tercera maldición, no recogida en la Biblia, y que es "Estarás en paro sin poder ganarte el pan"

Da mucha rabia esta (des)organización social del reparto del trabajo que además permite enfrentar a unos trabajadores con otros por el miedo a perder su trabajo. Con esa desunión se puede perfectamente ir recortando derechos sociales y laborales.

¿Por qué consentimos esta situación? ¿Por qué no nos organizamos (los sindicatos son organizaciones de los trabajadores, no de marcianos) para cambiar algo que está tan evidentemente mal?

Y es una situación que viene de lejos. No hay más que leer a Bertrand Russel en "El elogio de la ociosidad" de 1932. Por poner un único ejemplo.


Consideremos por un momento francamente, sin superstición, la ética del trabajo. Todo ser humano, necesariamente, consume en el curso de su vida cierto volumen del producto del trabajo humano. Aceptando, cosa que podemos hacer, que el trabajo es, en conjunto, desagradable, resulta injusto que un hombre consuma más de lo que produce. Por supuesto, puede prestar algún servicio en lugar de producir artículos de consumo, como en el caso de un médico, por ejemplo; pero algo ha de aportar a cambio de su manutención y alojamiento. En esta medida, el deber de trabajar ha de ser admitido; pero solamente en esta medida.

[...]

Si el asalariado ordinario trabajase cuatro horas al día, alcanzaría para todos y no habría paro —dando por supuesta cierta muy moderada cantidad de organización sensata—. Esta idea escandaliza a los ricos porque están convencidos de que el pobre no sabría cómo emplear tanto tiempo libre. En Norteamérica, los hombres suelen trabajar largas horas, aun cuando ya estén bien situados; estos hombres, naturalmente, se indignan ante la idea del tiempo libre de los asalariados, excepto bajo la forma del inflexible castigo del paro; en realidad, les disgusta el ocio aún para sus hijos. Y, lo que es bastante extraño, mientras desean que sus hijos trabajen tanto que no les quede tiempo para civilizarse, no les importa que sus mujeres y sus hijas no tengan ningún trabajo en absoluto. La esnob admiración por la inutilidad, que en una sociedad aristocrática abarca a los dos sexos, queda, en una plutocracia, limitada a las mujeres; ello, sin embargo, no la pone en situación más acorde con el sentido común.

[...]

En la actualidad, posiblemente, todo ello sea para bien. Un país grande, lleno de recursos naturales, espera el desarrollo, y ha de desarrollarse haciendo un uso muy escaso del crédito. En tales circunstancias, el trabajo duro es necesario, y cabe suponer que reportará una gran recompensa. Pero ¿qué sucederá cuando se alcance el punto en que todo el mundo pueda vivir cómodamente sin trabajar largas horas?

En Occidente tenemos varias maneras de tratar este problema.

  • No aspiramos a la justicia económica; de modo que una gran proporción del producto total va a parar a manos de una pequeña minoría de la población, muchos de cuyos componentes no trabajan en absoluto.
  • Por ausencia de todo control centralizado de la producción, fabricamos multitud de cosas que no hacen falta.
  • Mantenemos ocioso un alto porcentaje de la población trabajadora, ya que podemos pasarnos sin su trabajo haciendo trabajar en exceso a los demás.
  • Cuando todos estos métodos demuestran ser inadecuados, tenemos una guerra: mandamos a un cierto número de personas a fabricar explosivos de alta potencia y a otro número determinado a hacerlos estallar, como si fuéramos niños que acabáramos de descubrir los fuegos artificiales.
Con una combinación de todos estos dispositivos nos las arreglamos, aunque con dificultad, para mantener viva la noción de que el hombre medio debe realizar una gran cantidad de duro trabajo manual.


2010-10-04 02:14 | Anónima | 5 Comentarios | Link |

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Comentarios

1
De: Nfer Fecha: 2010-10-04 13:20

Desde ya pido perdón por lo extenso del comentario. Creí necesario dar un marco al entorno donde nació y vivió un argentino cuyos padres no tuvieron posibilidad de hacer huelga y cuando él la tuvo, lo que sucedió fue en su contra.

Muchos de ustedes reconocerán una o más canciones suyas en la voz de alguien también reconocido mundialmente, quizá sin saber la historia de esa canción y de ese autor.
Intento resumir:
Una pareja de Huarpes , tan argentinos como cualquier argentino, fueron los padres de Armando.
Nació en Mendoza, Argentina, el 21 de abril de 1929, hijo de un tropero que llevaba ganado de Argentina a Chile, cruzando la Cordillera de los Andes, y una joven que tuvo, además de él, otros 23 hijos.

Huérfano de padre a los cuatro años, la madre tuvo que repartir sus hijos: no había salario, ni sindicato, ni patrón a quien reclamar.
A Armando lo criaron unos tíos del campo, siendo luego lustrabotas y vendedor de periódicos.
Su tía, con un breviario, le enseñó los rudimentos de la lectura.

Mucho tiempo después escribió
"Supe que no querían que jugara conmigo, porque yo era la forma del pánico y el hambre y la más descarada miseria por el mundo."

A los quince años un ejemplar del "Martín Fierro", que despierta en él el interés por leer.
Empieza a inquietarse por la injusticia de la sociedad en que vive y participa en jornadas de protesta, luchas obreras y políticas.
En forma paralela, expresa sus ideas, recuerdos y sentimientos a través de la poesía.

Habiendo conseguido un empleo como locutor en 1950, por razones políticas que exceden este comentario, fue despedido de la radio, aunque sus canciones seguían siendo emitidas, pero sin mencionar el nombre del autor. (Cosa que ha sucedido y sigue sucediendo, las obras dan dinero, el autor es innombrable).

En 1955 Armando da un giro en su posición política y en su poesía, escribiendo poemas como

"Importan dos maneras de concebir el mundo,
Una, salvarse solo,
arrojar ciegamente los demás de la balsa
y la otra,
un destino de salvarse con todos,
comprometer la vida hasta el último náufrago,
no dormir esta noche si hay un niño en la calle.

Exactamente ahora, si llueve en las ciudades,
si desciende la niebla como un sapo del aire
y el viento no es ninguna canción en las ventanas,
no debe andar el mundo con el amor descalzo
enarbolando un diario como un ala en la mano,
trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
golpeándonos el pecho con un ala cansada,
no debe andar la vida, recién nacida, a precio,
la niñez, arriesgada a una estrecha ganancia,
porque entonces las manos son dos fardos inútiles
y el corazón, apenas una mala palabra."


Más datos, aquí .

Aquí la canción, complementada por el texto de un grupo joven que relata la vida de los que no tienen a quién hacer huelga, ni oportunidad de trabajar.

Ese porcentaje de población que son minoría sigue existiendo, aquí, allá y en muchas partes, y el texto, vigente como si fuera escrito hoy.



2
De: Anónimo Fecha: 2010-10-04 15:14

Hoy he ido al trabajo con fiebre y atiborrada de antitérmicos; con el contrato precsario que tengo no puedo permitirme el lujo de ausentarme y reducir mi rendimiento.



3
De: Nfer Fecha: 2010-10-04 16:01

Otro aspecto a considerar (y que en Argentina es corriente): Las personas que trabajan bajo contrato por tres meses (asumo que son los contratos precarios que comentas, pues terminados los tres meses o renuevan contrato o pasan a planta permanente o no renuevan contrato y a la calle de nuevo).
El aspecto a considerar es la población de contratados precarios que no tienen derecho a licencia por enfermedad ¡resultando más costosos los gastos médicos del trabajador y de los posibles contagiados!.
Es sabido de hace mucho que si estamos enfermos de algo contagioso, debemos evitar asistir a reuniones, usar medios de transporte público y, obvio, ir a trabajar...pero eso no cuenta en los contratos precarios.

Al final, el costo es mayor para todos, y el beneficio, ninguno: ni el trabajador rendirá lo que rinde estando sano, ni librará a sus compañeros de pillar lo mismo, y todo será pago por los contribuyentes.

Inciso: no es un lujo. Es un error aceptar un contrato con tales condiciones. Por supuesto, cuando no hay otra alternativa, lo aceptamos, aún sabiendo que el derecho a faltar por enfermedad es eso, un derecho y hasta diría, un deber.



4
De: Sofocador Fecha: 2010-10-10 03:22

En un mundo globalizado, es inevitable que la naturaleza busque el equilibrio no es dificil predecir esto



5
De: Nfer Fecha: 2010-10-10 11:33

¿Era "globalizado" el mundo cuando Quino escribió esa tira?

¿Desde cuándo usamos la palabra "globalizados"?
¿Antes de la palabra, está el hecho?


El mundo (el planeta) es ¿casi? un ser con vida propia - recordemos la hipótesis de Gaia - y nosotros somos una parte.
Es posible que la naturaleza busque ese equilibrio.

Es un hecho que cuando aquí dormimos, allá trabajan, o piensan, o... y las pruebas son tantas que es innecesario enumerarlas aquí.

Gracias, Sofocador.





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