Estamos en 1979, empieza un curso nuevo y hay una chica nueva en clase. Parece simpática, pero no conoce a nadie y se queda un poco sola en los recreos.
Como va a ser mi cumpleaños, decido invitarla a la fiesta: así será más fácil romper el hielo y saber si realmente merece la pena conocerla. Ella se trae una cámara, le gusta la fotografía. Al apagar las velas me saca una foto. Es la primera de muchas. Paseos por la sierra, con fotos en paisajes rocosos con las nubes a nuestros pies. Fiestas en el colegio mayor, con fotos borrosas, a media luz, que nada más verlas hacen que empiece a tararear las canciones de entonces. Escenas congeladas de aquellas obras del teatro universitario en que las representaciones podían ser un éxito o un fracaso, pero daba lo mismo porque lo mejor eran todas esas horas ensayando juntos, compartiendo risas y complicidades. Y, cada año, una nueva foto apagando las velas.
Luego llegaron los novios más serios, con los que se pasa cada vez más tiempo. Las fotos se hacen menos frecuentes. El teléfono es el mejor aliado en esos años agitados y las conversaciones telefónicas no se pueden fotografiar. Pero poco a poco vuelven las fotos: fotos de bodas y luego de bautizos y, más adelante, un nuevo espacio de encuentro: el parque. Conversaciones interrumpidas por carreras y gritos “¡Mira mamá!”, “¡Me han quitado la pala!”, “Me he caído del columpio!”. Un paréntesis para un comentario de admiración, una charla conciliadora sobre la necesidad de turnarse los juguetes, un mimo de consuelo y retomamos la conversación. En estos años se nos acumulan miles de fotos de niños alegres y algunas de niños llorando, enfadados, sacando la lengua, burlones. Al final estas son las fotos que nos sacan una sonrisa al volverlas a ver pasados los años. Paradójicamente, las fotos de niños sonrientes parece que nos llenan los ojos de una nostalgia que pica un poco, como una alergia leve. Luego el divorcio, el trabajo, otra vez esas largas conversaciones telefónicas que no se pueden fotografiar.
Pasa el tiempo y los niños del parque ya viven su propia vida. Nosotras paseamos otra vez por la sierra, pero ya no subimos a todos los picos y las nubes flotan altas en el cielo de las fotos. Ya no hay ensayos de teatro, pero una vez a la semana, a la salida del gimnasio, retomamos la costumbre de irnos a charlar a un café si hace frío o a una terracita al sol cuando se puede. Los protagonistas de las fotos son ahora los gorriones robando migas de pan de la mesa, la gente que pasa, el reflejo del sol en un vaso de vino. Y así hasta hoy en que la foto tiene 50 velas en la tarta y podemos verla al instante, sin revelado , ventajas de las cámaras digitales. Si nos lo hubieran dicho hace 35 años no lo hubiéramos creído: ni lo de la foto al instante ni que tantos años puedan pasar tan rápido.
Entonces le pido la cámara, yo que solo hago fotos por obligación y me la deja, sorprendida, pero solo porque es mi cumpleaños. “Tengo un antojo”, le digo, “hay que ser modernas,¡ ven para acá ¡”. Y nos hacemos un “selfie” que no será el más retuiteado, porque la gente no puede saber que, en realidad, no es una foto cualquiera de dos mujeres haciendo el indio.
Es la foto de la Amistad, así con mayúsculas. Al menos para nosotras.
Todos somos modernos en nuestra época. Aún los trogloditas lo fueron. Es algo que no podemos negar.
Retomando el tema de la amistad, además de alegrarme con volver a Blogalia gracias a Ana, quiero decir algo:
Una foto, un comentario, una dispersión....que hizo que no respondiera en su momento a un amigo de Flickr que ya no está.
Mis respetos, amigo virtual, Curro Vásquez, y una de tus fotos
https://flic.kr/p/6hhJkK
o si Flickr no permite ese enlace, este
https://www.flickr.com/photos/currovazquez/3466112001/
Nfer: has olvidado hasta la URL, pero a Curro Vázquez, no le has olvidado...
Es un poco inquietante este mundo moderno en que los amigos ya no están, pero su presencia virtual sigue ahí. O quizá no sea inquietante y sea simplemente la falta de costumbre. Quizás, gracias a esa presencia virtual, se lucha mejor contra el olvido y eso reconforta, de alguna manera...
rvr: gracias :-) A mí también me alegra mucho, la verdad, reencontrarme con todos los amigos que he ido conciendo gracias a Blogalia tras estos años que por no tener tiempo, no he tenido tiempo ni de tener vida en Internet XD
Marcelo: ¿te parecería bien que pusiera esa foto en el post? Así volveríamos al formato habitual de post con foto :-)
Me habré olvidado la URL, pero no el teléfono del que sabe...digo el nombre y ya vino en mi auxilio Víctor
Obvio con mis fotos puedo hacerlo pero no Víctor , por lo cual la pasé a "liberada" y él pudo encontrar la opción "embed" lo que significa que aquí tiene que aparecer la foto. Que tiene que ver si van a Flickr