Aunque quizá no lo supimos, casi todas las mujeres hemos sufrido algún tipo de abuso.
No he sido violada, y me sorprendo pensando “por ahora”, porque es una alternativa posible para cualquier ser humano del sexo femenino sin importar la edad.
Sin embargo, a los 16, un verano , domingo a la tarde, volvía de la casa de una amiga, a plena luz del día, (no miento si digo que eran 350 m de mi casa materna).
Mi camino era el de siempre, pasando por un club de fútbol donde una "barrita" que salía del partido del domingo, (nada que ver con los de hoy, no estaban ebrios ni armados). Sabía lo que me podía pasar: en silencio absoluto y tratando de no llorar, mantenía un paso regular porque si me apresuraba iba a ser mas detectada y mas manoseada.
Me toquetearon. O sea, manos en el culo y en los pechos. Me han mirado con lascivia , gritado groserías y amenazado "la próxima no te perdonamos"
¿Perdonarme qué?
Mi atuendo, lo recuerdo, era una camiseta tejida al crochet por mi madre, con una falda verde hasta bajo la rodilla, zapatillas y el pelo recogido en dos tirantes trenzas. Sin maquillaje.
Mi memoria puede engañar, pero creo recordar circunstancias parecidas.
Esto fue años antes, y aún hoy no sé si fue exceso de cariño...o qué.
Un vecino muy querido del barrio se excedía en sus caricias y me obligaban a sentarme en sus rodillas, porque "no tuvieron hijos, eras como una hija para ellos".
La memoria es tramposa. Estos recuerdos pueden ser borrosos , exagerados o minimizados.
Me pregunto hoy dos cosas, de muy mayor:
La primera es creer que nunca fui abusada, ¿acaso estos no son abusos?.
La segunda es percatarme que en ninguno de estos casos grité en esa instancia, ni dije nada después, ni lo conté hasta ahora, pues mis padres dirían "vos habrías hecho algo".
Hoy día, en Argentina, hay al menos un caso por día (denunciados).
Algo que podemos hacer, que parece poca cosa, es negarnos a la industria de la estética que lleva a las mujeres a operaciones de todo tipo para agradar al hombre; madres que crían varoncitos que jamás tocarán un plato, un detergente, un lavarropas; mujeres que condenan mujeres tildándolas de putas, rapiditas, trolas, en una misoginia atroz hacia su mismo género…
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Insisto, si no tomamos conciencia de que el manual de moral no hace mas que potenciar estos horrores, y que nadie, NADIE, en el sistema socioeducativo se ocupa de inculcar en los niños y niñas un sentido ético de la vida y del accionar humano, estos horrores hacia los que se dirige la humanidad se irán incrementando.
Y... es suficiente.
Hoy veremos en las redes que hay muchos diseños alusivos a las mujeres movilizándonos por nuestra supervivencia .
Estos nos identifiquen con nenas de corta edad, ositos de peluche incluidos. Somos mujeres adultas, con las ideas claras y el espíritu de lucha en todo lo alto, no criaturas necesitadas de protección y amparo de nuestros “mayores”. REPRESENTARNOS COMO INFANTILES es otra cara más de la misma violencia machista que nos viola y mata La violencia es cotidiana y no se soluciona con un buen diseño gráfico.
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